Por Carlos Barahona.

En un mundo donde el punk rock parecía ser únicamente un grito de rebeldía descontrolada, los Descendents irrumpieron para darle voz a los marginados, a los nerds y a aquellos que no encajaban en el molde del chico punk tradicional. Con una sensibilidad única y un espíritu desafiante, la banda californiana vuelve a Chile los días 8 y 9 de diciembre, marcando su segunda visita al país. Este regreso no solo promete una descarga de energía cruda y emocional, sino que también trae consigo una reivindicación del punk como un espacio inclusivo, donde ser diferente es motivo de orgullo y no de exclusión.

Descendents no son la típica banda punk. Desde su formación a finales de los años 70, su música no solo se enfocó en la crítica social o la rebeldía característica del género, sino que añadió un toque introspectivo y profundamente personal. Liderados por Milo Aukerman, quien equilibró su amor por la ciencia con su papel como frontman, la banda construyó un legado que trasciende generaciones. Milo, con su imagen inmortalizada en el emblemático dibujo del nerd con gafas y cabello desordenado, se convirtió en un símbolo para miles de jóvenes que encontraron en su vulnerabilidad una fuerza que pocos líderes musicales transmitían. Su voz, cargada de energía y emoción, ha sido el vehículo perfecto para transmitir letras que hablan de amor no correspondido, frustraciones cotidianas y el eterno dilema de crecer sin perder la esencia.

A su lado, Bill Stevenson ha sido mucho más que un baterista; es el corazón y cerebro detrás de la agrupación, algo que pudimos descubrir en el documental Filmage: The Story of Descendents/ALL. Su habilidad para componer canciones que combinan crudeza punk con melodías pegajosas lo ha establecido como una de las figuras más importantes de la escena punk. Stevenson, que también dejó su marca en Black Flag, ha sido un pilar fundamental en el desarrollo de la banda, aportando no solo su virtuosismo musical, sino una profundidad emocional que se percibe en cada golpe de batería.

Junto a Milo y Bill, la dupla de Stephen Egerton en la guitarra y Karl Alvarez en el bajo completa una de las formaciones más sólidas del punk. Egerton aporta una energía desbordante y una precisión melódica que ha definido el sonido único de los californianos, mientras que el bajo de Alvarez aporta un dinamismo y una creatividad que le dan vida al latido rítmico de la banda. Juntos han logrado crear un sonido que, aunque profundamente arraigado en el punk, no teme explorar la vulnerabilidad y la emotividad.

Desde su primer álbum, Milo Goes to College (1982), la banda ha sentado un precedente en el género. Con canciones como «Suburban Home» y «Hope», demostraron que el punk no solo podía ser un grito de rabia, sino también un espacio para reflexionar sobre las complejidades de la vida cotidiana. A lo largo de los años, discos como Everything Sucks (1996) y Hypercaffium Spazzinate (2016) han explorado temas que van desde el amor y la pérdida hasta la nostalgia y el paso del tiempo, sin perder nunca la energía cruda que caracteriza a la banda.

En esta visita a Chile, Milo, Bill, Karl y Stephen no estarán solos. La presencia de los Circle Jerks, otra leyenda del género que convierte estas fechas en un evento histórico. Liderados por Keith Morris, uno de los personajes más influyentes del hardcore punk, el conjunto trae consigo un legado que ha marcado profundamente la escena. Con discos como Group Sex (1980) y Wild in the Streets (1982), la banda combina velocidad, intensidad y letras cargadas de crítica social. Su energía en el escenario es tan visceral que trasciende generaciones, uniendo a fanáticos jóvenes y veteranos en un mismo grito de resistencia.

Lo que se vivirá prontamente no será solo un par de conciertos, sino un encuentro entre dos de las bandas más importantes de la movida a nivel mundial. Será una oportunidad para seguir celebrando la esencia de un género que ha cambiado vidas, que ha dado voz a quienes nunca la tuvieron y que ha demostrado que ser diferente no solo es aceptable, sino motivo de orgullo.

Los Descendents y los Circle Jerks llegarán a recordarnos que el punk es mucho más que música; es un refugio, una comunidad y una celebración de la autenticidad. La música, las letras y la energía de estas dos bandas prometen hacer de estas noches algo inolvidable. Para los que alguna vez hemos sido marginados, para los que encontramos en el punk un hogar, estas fechas serán un recordatorio de que siempre habrá un lugar al que pertenecemos. ¿Y tú? ¿Estás listo para ser parte de esta historia?

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